CRISPACIÓN Y VIRUS

Las sirenas ya no cantan; aúllan

34.000 muertos merecen un mínimo de unidad política para hacer frente a la catástrofe sanitaria y económica. En vez de eso, obtienen acometidas furiosas en busca de atajos hacia el poder perdido en las urnas

Ulises y las sirenas, obra de Herbert Draper, reproducida en el libro ’Mujeres en el mar’, de David Cordingly.

Ya no cantan las sirenas. Atrás quedaron Ulises, la advertencia  de Circe Euríloco Perimedes amarrando a su capitán al mástil de la nave. Las sirenas ya no cantan; ahora aúllan. Hubo un tiempo en que hechizaban a los marinos con sus melodías. Pero en esta era temerosa, acrítica e infantilizada, en estos días de hooliganismo ciego no hay lugar para romanzas. Se impone el aullido. Cuanto más áspero y bronco, más eficaz. Qué antiguo te has quedado, Homero.