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El romance entre directores y festivales

Brandon Cronenberg y Quentin Dupieux en Sitges son dos ejemplos de lo estimulante de la relación entre el público y los cineastas habituales de un festival

El ambiente hasta hace muy poco en el festival de Sitges. // JOAN CORTADELLAS

Una de las cosas que más celebro de un festival de cine es la fidelidad hacia determinados cineastas y la posibilidad de comprobar en directo cómo se fragua la relación entre el público y ellos. Es interesante ver las reacciones por el descubrimiento de un autor nuevo y las expectativas ante su segunda película. También lo es asistir al momento del cuestionamiento, la decepción e incluso el enfado: ¿era realmente un cineasta interesante o una falsa promesa? Y lo es sobre todo comprobar cómo, en poco tiempo, algunos de estos directores han pasado de ser la revelación del año a figuras consagradas (como mínimo) en el marco del festival, a los autores más esperados en cada nueva edición.