Análisis

Segunda ola: ¿cuándo aprenderemos a hacer las cosas mejor?

Culpar a las víctimas de la situación es, en el mejor de los casos, un atajo para ocultar algo que no ha estado del todo bien hecho

Terrazas y gente de paseo en Sabadell. / ANNA MAS

En 'La Peste', Camus ya nos avisaba del cansancio, desánimo y desesperación que se producen entre los ciudadanos tras meses de encierro y aislamiento para hacer frente a una epidemia a la que la ciencia no acaba de encontrar una solución definitiva. Posiblemente estos sean los sentimientos compartidos por una gran mayoría de los ciudadanos, tras escuchar las noticias de nuevas medidas que limitan otra vez nuestra movilidad, y con ello nuestra libertad. Efectivamente, todas las medidas adoptadas, sean mediante prohibiciones expresas o en forma de recomendaciones, persiguen el mismo objetivo: reducir a la mínima expresión nuestra movilidad, quedando encerrados en nuestras respectivas burbujas. Inicialmente, durante las próximas dos semanas. Con el aviso de que todo puede empeorar.