Tengo entre manos un huevo frito metido en un plástico, en una bandeja negra, también de plástico, con la clara blanca y la yema anaranjada. La combinación de los colores es magnífica y atractiva y es un envase que se vende en los supermercados de alguna parte de este planeta. Por suerte, lo que tengo delante no es el huevo frito en cuestión sino una fotografía que me ilustra sobre el peso y sobre la cantidad de huevos fritos que hay en el paquete. Uno, en concreto.
DOS MIRADAS
El huevo frito
Huevo frito.
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