En 1951, en un laboratorio de la universidad de Londres una joven doctora en química que estudiaba el ácido desoxirribonucleico (ADN) se afanaba para obtener un difractograma con buena resolución, algo así como una foto que no estuviera movida, mientras en Cambridge otros jóvenes investigadores muy creativos y ambiciosos elucubraban sobre la estructura de dicha molécula. Después de varios intentos, Rosalind Franklin, la doctora en química, descubrió el motivo por el que sus 'fotos' salían movidas: no había una, sino dos moléculas casi idénticas mezcladas. Cuando las separó químicamente, obtuvo la famosa 'foto 51' que encerraba las claves de la estructura del ADN. Este descubrimiento tuvo una enorme trascendencia porque estas moléculas contienen toda la información necesaria para fabricar las proteínas que permiten crear un ser vivo. Cuando en 1962 los jóvenes ambiciosos recibieron el premio Nobel de Medicina por desentrañar la estructura del ADN, Rosalind Franklin hacía cuatro años que había muerto de cáncer, enfermedad a la que probablemente no fue ajena la exposición continuada a los rayos X que había usado para obtener sus 'fotos'.
Las ganadoras del Premio Nobel de Química
Las surferas del ADN
La técnica de edición genética desarrollada por Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna ha desencadenado una revolución de alcance impredecible
Emmanuelle Charpientier y Jennifer Doudna, premio Nobel de Química 2020. /
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