“Abandonemos el sueño moderado de una salida basada, primero, en la rectificación general y, después, en un nuevo pacto. El conflicto catalán no tiene solución”. Lo escribió hace unos días Antoni Puigverd, en uno de sus brillantes artículos políticos, titulado con un epitafio: 'Lasciate ogni speranza'. Su diagnóstico de la deprimente coyuntura política dominada por la intolerancia y la estulticia de la mayoría de nuestros políticos y gobernantes es crudo, realista y totalmente compartido; sin embargo su conclusión ofrece una victoria a quienes buscan la rendición del espíritu crítico; justamente los dos bloques imperantes, extraordinariamente cómodos en un proceso permanente de retroalimentación mutua, alimentado con sus errores y sus horrores.
MIRADOR
Que se rindan ellos
La reconciliación exigirá un esfuerzo de planteamientos transversales e integradores cuyo recorrido será obstaculizado por los vividores del conflicto
El hemiciclo del Parlament, durante un pleno /
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