Ha pasado solo un año desde la última conferencia nacional del Partido Conservador británico. Su lema era Get Brexit done. Eran meses de excitación nacionalista, de retorno emocional a los tiempos de la reina Victoria. La UE se había convertido en una pareja tóxica de que la que había que alejarse. Boris Johnson y compañía lanzaban guiños al emperador de EEUU, más interesado en dividir a sus aliados que en amar. Los tories vendían salud pública, escuelas y policía, una variante del grito "ley y orden".
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Un prestidigitador en apuros
El primer ministro británico, Boris Johnson, durante la comparecencia de este miércoles. /
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