Análisis

Por una pancarta

La sentencia no se plantea la pregunta clave: si la norma que prevé el delito de desobediencia estaba pensando en que alguien se aparte de una orden cualquiera, o bien solo de una orden que impida un comportamiento grave

Dos trabajadores de la Generalitat retiran la pancarta. / ÁNGEL GARCÍA

La Generalitat vuelve a estar vacante de 'president'. Nunca en este período histórico, salvo en los últimos tres años, se había dado una circunstancia así. Un 'president' había sucedido a otro hasta que sobrevino la absurda declaración de independencia y la inaudita destitución vía artículo 155. Ahora ha sido a través de de los tribunales. Las instituciones catalanas tenían algo de intocable que todo el mundo percibía desde su recuperación tras la dictadura. Pero ese algo, por desgracia, se ha esfumado. Desde luego, no ha ayudado que se hayan improvisado instituciones paralelas a las legales que, a la vista está, han resultado tan fallidas como la declaración de independencia. Va a costar mucho esfuerzo recuperar esa imprescindible dignidad de las instituciones para que nadie se vea tentado, algún día, de hacerlas desaparecer de nuevo.