El tablero catalán

Perdido en su habitación

Que el Rey vociferara que se quedó en casa contra su voluntad prueba la mala salud de los poderes de un Estado incapaz de deglutir el embrollo catalán

El Govern se va a convertir en una pandilla de personas que durante unos meses van a autogestionarse cada uno desde su trinchera

El rey Felipe VI, el pasado 3 de febrero, en el discurso de apertura de la XIV legislatura en el Congreso. / EFE / J. J. GUILLÉN

Catalunya sigue atragantándosele al Estado. El bocado soberanista atascó definitivamente en 2017 la traquea de la arquitectura constitucional española y, sin llegar nunca a asfixiliarla, impide desde entonces que el riego de oxigeno fluya con normalidad por todo el cuerpo institucional y politico.