La ratonera del covid-19 está en estos días en cientos de barrios de la geografía española, más o menos pequeños, más o menos conformes, que afrontan la segunda ola del virus con ánimos divididos. En Vallecas, pero también en Salt o Son Gotleu, en Palma, los vecinos confinados se preguntan por qué son ellos y no otros los que deben aislarse, por qué son siempre los mismos los que pagan el pato, nuevas cruces en la lista infinita de agravios de zonas castigadas con la dureza de los guetos. “Lo hacemos para protegeros”, dicen los responsables de Salud, y claro que protegen, pero van tarde, porque el problema es de origen, es el hacinamiento, la falta de viviendas en condiciones, de espacios abiertos públicos, de planes B para que las familias se apañen ante una dificultad sobrevenida.
Confinamientos selectivos
La ratonera del covid y los alquileres
La carrera científica por encontrar una vacuna corre pareja a la que protagonizan políticos, legisladores y entidades sociales comprometidas con la lucha por una vivienda digna
La vida cambiará en el barrio de Vallecas, uno de los afectados por las restricciones de movilidad decretadas en Madrid. /
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