MIRADOR

Diada tristona

Este Onze de Setembre fue día plausible para los que empiezan a creer que este camino no lleva a ninguna parte

Una chica con una mascarilla con la bandera independentista / FERRAN NADEU

Más que el pinchazo de las manifestaciones, escamoteable por obra y desgracia del virus, la prueba fehaciente de la tristeza de este 11-S es la disminución de las felicitaciones vía móvil. Si hasta hace poco los mensajes enviados por la Diada hacían pensar en una nueva Navidad o Año Nuevo, fechas en que los felicitaciones son una grata obligación social, la insatisfacción general, no solo de los independentistas, ha reducido los deseos de «‘bona Diada’» hasta un número que puede considerarse residual. Nada que celebrar. Nada viable a proponer. Nada que hacer. Al menos por ahora y en el futuro inmediato, o el que se puede palpar o siquiera intuir. Cuando vaya en serio, ya nos avisarán.