Nos conocimos hace casi medio siglo en un 'cau' de adolescentes de la parroquia de Sant Josep Oriol, en la calle de Villarroel, donde Merce Poal, Jordi Millà y él hacían de “monitores”; ellos, que rondaban los 25, nos regalaban su tiempo para acompañar nuestros 15. Pousa acababa de regresar con Carles Flavià de Paris, donde cursaron Teología. Contra lo que podría suponerse, la religión nunca fue el tema principal de nuestros encuentros, sino la música (corría mucha guitarra por allí), los libros (Hermann Hesse…), la política (Franco aún dictaba penas de muerte), enamorarnos… Merce me hizo conocer a Leonard Cohen y Jordi el mundo de los boleros, que interpretaba con gran sentimiento en nocturnas sobremesas presididas por una botella de Torres 5. Manel cantaba como una rana y hablaba liso y llano salpimentando sus palabras con tacos y alguna que otra “hostia”, cosa que nos sorprendía; pero cuando se escapaba algún “'Me cago en Déu'”, siempre se mostró poéticamente rotundo: “'Nen, si et cagues en mon pare, jo em cagaré en el teu'”.
Peccata minuta
Pare Manel
Las personas como Manel Pousa no deberían ir al cielo, sino quedarse aquí para siempre, acompañándonos
Manel Pousa, el ’pare Manel’. /
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