Hoy he dejado a mi hijo, de cinco años, en el cole. Le han medido la temperatura y le han embadurnado las manos de gel hidroalcohólico. He hecho lo que jamás hay que hacer. Llorar. Desconsoladamente. Mi hijo es pura empatía. Me ha dado la mano y me ha susurrado lo que le llevo diciendo yo desde el confinamiento: "todo saldrá bien". Y he llorado más. "Tranquila, ama [mamá en euskera]. No va a pasar nada malo", me ha vuelto a calmar. Se ha metido al patio, donde le esperaban sus amigos, esos con los que no juega desde hace seis meses.
VUELTA AL COLE
He dejado a mi hijo en el cole y tengo miedo
Un niño entra en un cole de Madrid después de tomarle la temperatura, hoy en Madrid. /
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