Destituciones y olvidos

Cultura rima con tortura

El menosprecio al sector de la cultura ha llegado a tal extremo que el Govern ni siquiera se ha tomado la molestia de dar una sola justificación del relevo en la 'conselleria'

La consellera de Cultura en funciones Mariàngela Vilallonga junto a Patrici Tixis.  / Fòrum Edita

En Catalunya decimos que queremos ser la Dinamarca del Sur, pero tratamos la Conselleria de Cultura, y el sector cultural por extensión, como si fueramos Uganda del Norte. Lo más notorio que la Generalitat ha hecho con esta 'conselleria' ha sido batir todos sus propios registros: con el cese de Mariàngels Vilallonga se ha conseguido el dudoso récord de nombrar la quinta ‘consellera’ en cuatro años. Hubo un cese forzado por el 155 (Lluís Puig, hoy en el exilio), pero los otros relevos son variantes de una regla política infalible: traficar con la cultura y convertirla en moneda política, siempre devaluada, para inconfesables intercambios de poder.