Bielorrusia perdió el miedo. Una parte importante de la población ha salido a las calles para exigir la renuncia del presidente Alexander Lukashenko, un producto soviético que ejerce el poder absoluto desde hace 26 años. Las cosas han cambiado tan poco en Bielorrusia que hasta el KGB se sigue llamando KGB. Es un país pequeño, menos de la mitad de España, que juega un papel importante para Moscú. Es e lúltimo tapón que se interpone entre la OTAN y Rusia. Su pérdida representaría una amenaza, más psicológica que real, la sensación de que el enemigo histórico acecha de nuevo. Rusia no olvida las invasiones de Napoleón y Hitler.
NÓMADAS Y VIAJANTES
Lukashenko, sin puerta de salida
Las cosas cambian tan poco en Bielorrusia que hasta el KGB se sigue llamando KGB
El país es un bocado apetitoso para Occidente porque todo es privatizable
El presidente bielorruso, Aleksándr Lukashenko, y el ruso, Vladímir Putin. /
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