Dos años después de ser galardonado con el Premio Nobel en 1960, el virólogo australiano Frank Macfarlane Burnet declaraba que "escribir sobre enfermedades infecciosas era casi como escribir de algo que ha pasado a la historia". Sin duda, el científico pecó de optimismo: las enfermedades infecciosas siguen viviendo con nosotros y probablemente siempre lo harán. Pero eso no es óbice para que hoy en día, en los países desarrollados, estadísticamente hablando seamos más propensos a morir de una enfermedad no transmisible, como un paro cardiaco o el cáncer, que por los patógenos que se llevaron para siempre a muchos de nuestros antepasados. Ciertamente, desde una perspectiva histórica a largo plazo, el declive de las enfermedades infecciosas constituye una evidencia más de que la vida de los humanos en el planeta ha mejorado.
El futuro de la salud
¿Hacia una nueva normalidad o una nueva realidad?
Pese a todos los avances experimentados contra las enfermedades infecciosas, nuestro espectacular crecimiento nos ha hecho más vulnerables
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