Para la mayoría de los musulmanes, vivan en Bagdad o en Barcelona, el coronavirus es una amenaza para la salud y un azote para sus condiciones de vida. Para los yihadistas, constituye un regalo de Alá, un "tormento divino contra los cruzados", en palabras de un líder del Estado Islámico (ISIS). El hecho de que el covid-19 se cebara, inicialmente, con Occidente, produjo regocijo entre sus filas. En marzo, el virus fue calificado como "el más pequeño de todos los soldados de Dios" por un líder de Al Qaeda, la otra organización que compite con el ISIS por la hegemonía en el espacio islamista más intransigente. El hecho de que el líder del ISIS, Abu Bakr al-Baghdadi, muriera un mes antes del estallido de la epidemia, durante una operación militar norteamericana, añade verosimilitud a la idea de una venganza sagrada. Si el Estado Islámico no ha podido desagraviar su desaparición con un atentado de grandes proporciones, el más pequeño de los soldados se encargará de hacer pagar su osadía a Occidente. No es de extrañar que, desde entonces, el ISIS observe con júbilo la evolución de la pandemia en Estados Unidos y su portavoz sostenga que "el coronavirus desenmascara la omnisciencia y el poder de Norteamérica".
Análisis
El más pequeño de los soldados de Dios
Los yihadistas ven en la pandemia una ocasión para aprovechar la debilidad del enemigo
Detiención en mayo de un presunto yihadista en un domicilio de Barcelona. /
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