Una fiesta atípica

Sant Jordi en julio, y cuando haga falta

Con mascarilla, con gel, con calor, con paradas en la calle o dentro de las librerías. Me da lo mismo, porque cualquier excusa es buena para comprar libros

Sant Jordi en la Casa del llibre de Barcelona. / ELISENDA PONS

Como cada Sant Jordi, me he levantado un poco escéptica. Total, compro libros todo el año, qué importa, si tengo cientos por leer, y qué más dará hoy que mañana, y además este año ya van dos, y los dos de aquella manera. Cuando los Sant Jordi no son tan raros como los de este año, de todas formas, también empiezo el día sin tomármelo demasiado en serio. Pero siempre acabo recibiendo el mensaje de la mejor editora que he tenido, que me desea un buen día, y se me contagia su entusiasmo. Así que después de recibir, 23 de julio, un mensaje de Izaskun Arretxe, he decidido regalarle un libro a mis vecinos, a través de la verja que separa nuestros patios. Y he elegido un vestido de flores y nos hemos lanzado a la calle.