La profecía, aunque no divina, se ha cumplido. Desgraciadamente. Desde el director de la OMS, el doctor Tedros Adhanom, hasta mis colegas más cercanos lo habían advertido. Dado el alto porcentaje de personas susceptibles de padecer la infección (alrededor del 90%-95% en el conjunto de la población), el virus seguiría con nosotros hasta que apareciera la vacuna. Lo que está pasando nos hace sentir consternación, además de rabia, pues el esfuerzo ha sido inmenso, por parte de todos. Efectivamente, tras el éxito relativo de junio, lo que había que hacer a continuación, según lo recomendaban las agencias nacionales e internacionales, y la experiencia propia, y su comparación con lo que hacía otros países, no se ha hecho. Sencillamente. No busquemos culpables, busquemos responsables, o mejor dicho irresponsables.
Análisis
El coronavirus sigue con nosotros, y todo puede empeorar, pero también mejorar
Ha faltado visión global del problema, una aproximación que incluya, además de la necesaria respuesta asistencial, la imprescindible prevención
Un sanitario toma una muestra para una prueba de PCR en L’Hospitalet, este martes 14 de julio. /
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