Que no, dijo el Departament de Salut el jueves. Que no, volvió a negar la 'consellera' Alba Vergés el viernes. Va a ser que sí, admitieron el sábado. Que habría y habrá rebrotes lo sabemos todos. La posibilidad de confinamientos selectivos, también. Pero el conocimiento no evita el mazazo psicológico. Ante la inquietud, sería de agradecer que nuestros políticos se abstuvieran de jueguecitos.
La única explicación al repentino cambio de opinión es la necesidad, por defecto, de llevar la contraria a todo lo que huela a España. Fernando Simón comentó el jueves que la Generalitat valoraba la posibilidad de confinamientos en Lleida. Automáticamente, el Departament de Salut lo negó. Pero los datos facilitados al juez para ratificar la medida despejan las dudas: la Generalitat sí estaba valorando el cierre.
El desconcierto ha provocado la interrupción precipitada de viajes. Los residentes en la comarca solo tuvieron cuatro horas para retornar a casa. Cuatro horas. Las vacaciones de julio, en suspenso. ¿Tantos complejos tiene el Gobierno de Quim Torra que siente la necesidad continua de afirmarse desde la negación a España?