AL CONTRATAQUE

Envidia de menstruación

Todos los meses la regla me devuelve a mi condición de hembra humana por mucho que yo me esfuerce en considerarme persona

Una mujer, en un supermercado de Barcelona. / ARCHIVO / CARLOS MONTAÑÉS

A quien la quiera, yo le regalo mi regla. Estoy dispuesta a entregar sin apego alguno este imperativo biológico que todos los meses me devuelve a mi condición de hembra humana por mucho que yo me esfuerce en considerarme persona. También regalo todos los quebrantos que trae consigo: dolor, malestar generalizado, falta de claridad mental, anemia, cansancio y la sensación de esclavitud que me provoca tener que parar mi actividad o realizarla con dificultades añadidas. Y en silencio, claro, como las almorranas. Ya hay suficientes bromas machistas sobre "esos días del mes" como para darle munición al enemigo y admitir la flaqueza que comporta la sangría periódica. La paradoja de las mujeres es que, mientras nos peleamos con la menstruación intentando sobreponernos a sus consecuencias y hacemos como que no existe, tenemos que luchar contra toda la construcción que se ha articulado sobre nuestra biología. Yo, francamente, no le veo la utilidad a un destino con el que no he podido hacer otra cosa que conformarme.

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