Hace unas semanas, la cantante Adele apareció en Instagram irreconocible. En vez del rostro poderoso de pómulos majestuosos, la británica sonreía desde una cara alargada. Allí donde había una mujer imponente con unas formas rotundas, hay ahora un cuerpo recto y menguado que podría ser el de cualquier otra persona. Es la enésima transformación radical que sufre una mujer famosa. Desde los tiempos de Rosa de España no paramos de deslumbrarnos con este tipo de fenómenos: cantantes y artistas con talentos excepcionales que conquistan la fama gracias a sus virtudes pero que, después de convertirse en estrellas, empiezan el arduo camino de esfuerzos y agotamiento que supone tener que meterte en el molde que dictan las normas estéticas de nuestro tiempo.
Dogmas corporales
El misterio de las mujeres menguantes
Si cantantes con talentos excepcionales como Adele y Beyoncé se sienten obligadas a claudicar ante las normas estéticas de nuestro tiempo, ¿qué nos espera al resto de simples mortales?
Adele, en una imagen publicada en Instagram /
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