La primera vez que oí hablar de Carlos Ruiz Zafón fue a un comercial de nuestra primera editorial común: Edebé. Él había ganado en 1993 su recién creado premio de literatura juvenil con 'El príncipe de la niebla' y diez años más tarde llevaba vendidos medio millón de libros. Lo cual significa que antes de ser descubierto y dar el salto a la bien engranada maquinaria de un gigante editorial —que hoy es también el mío—, Ruiz Zafón había pasado diez años haciendo algo que tal vez ni él mismo valoró como es debido: atrapar a centenares de miles de lectores jóvenes, darles motivos para leer y amar la lectura. Los adolescentes son, sin duda, el público más difícil y exigente al que se puede enfrentar un escritor. Cualquier autor que consiga engancharles, más aún con sus cifras, puede sentirse absolutamente orgulloso de sus logros. Casi todo el mundo puede hacer libros, pero hacer lectores está solo al alcance de unos pocos.
Análisis
El escritor que regaló una ciudad a sus lectores
Lo que vino a hacer lo hizo muy bien: entretener, emocionar, encandilar a millones de lectores. Convertir la ciudad que amaba en un lugar con el que sus lectores podían soñar
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