MIRADOR

Conspiranoia y proceso judicial

Si se consigue defender sin mentir, el éxito es casi seguro y, por lo demás demoledor

Desarrollo de un juicio rápido en la Ciutat de la Justícia. / MANU MITRU

En algunos momentos de la historia, algunas élites, las autoridades o  algunos periodistas, o todos a la vez, han sentido la necesidad de crear una historia falsa para obtener un resultado político. Sucedió en Francia con el caso Dreyfus, en el que para encubrir la responsabilidad en el espionaje de un militar monárquico y antisemita, se decidió culpar falsamente a un militar judío de origen alsaciano. Un escándalo que dividió a los franceses y que acabó con el declive de ese sector monárquico muy conservador, obsesionado con la bandera, y con el alejamiento ideológico del ejército francés de esa postura tradicionalista. No era una maniobra inédita. Nerón atribuyó falsamente el incendio –probablemente fortuíto– de Roma a los cristianos. En el siglo XVI se imputaron falsariamente crímenes de fe a Fray Luis de León y hasta acabó en la cárcel, todo por rivalidades académicas.