El Gobierno catalán no disimula su impaciencia por librarse de las órdenes del ministro de Sanidad, Salvador Illa, o lo que es lo mismo, superar la gestión centralizada de la crisis del coronavirus. Desde la Generalitat se ha vivido esta etapa intervencionista del poder central como una ignominia nacional, una humillación a su aspiración de aparentar ser algo más que un Gobierno autonómico. Ahora tiene prisa por volver a serlo. Meritxell Budó lo dejó claro el martes: la vigencia de la fase 3 en toda Catalunya será mínima, si pueden ser minutos mejor que horas, en todo caso solo el tiempo imprescindible para acabar de redactar un decreto y preparar una rueda de prensa para anunciar que la Generalitat ya vuelve a estar al mando.
La desescalada
Prisas por volver a ser un Gobierno autonómico
En Barcelona y Lleida la fase 3 será un visto y no visto, porque además de la llegada del verano, en Catalunya existe un Ejecutivo necesitado de dejar su pátina en la gestión del virus
Quim Torra, en la reunión telemática con Pedro Sánchez y el resto de presidentes autonómicos del 7 de junio. /
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