Ha vuelto el fútbol y, como era de esperar, el esperpento ha presidido esta nueva normalidad llena de gestos y de incongruencias. La comparación entre las estrictas medidas de seguridad y la euforia con la que se celebran los goles, entre la previa distancia física y la posterior aglomeración de cuerpos en un espacio reducido, tiene un aire de comedia que deriva hacia la farsa o el 'slapstick', las payasadas exageradas en las que todo es diferente de lo que parece. También hay toques de 'sitcom', con las risas contenidas en una lata que se abre cuando el realizador cree que el espectador tiene que reír. Tienen un rasgo peculiar. Si no prestas atención, todo fluye. Si te fijas, si piensas que todo aquello es falso, si estás pendiente del ficticio “ja, ja ja”, entonces la comedia pierde toda la gracia.