Como todos los grandes movimientos, el que nació de la repulsa por la muerte brutal de George Floyd corre el peligro de derivar en una huida hacia adelante. Mejor dicho, una huida hacia el pasado. Hacia el legado que el racismo ha dejado en el arte y en el espacio público. No hay que ser muy extremista para comprender que la ira de los manifestantes por la persistencia del racismo se haya expresado de mil maneras. Con manifestaciones pacificas masivas, otras menos masivas y más violentas, y actos simbólicos. Entre estos, la denuncia de todo aquello que recuerda el pasado esclavista de Estados Unidos que nunca ha sido del todo erradicado.
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Huida hacia el pasado
Es preocupante una revisión de la historia que amenaza con borrar textos, derribar estatuas o censurar escenas de cine
Estatua de Colón derribada en Minnesota. /
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