Dos miradas

Pau Donés: un abrazo

Pau Donés, en una fotografía tomada en EL PERIÓDICO en 2014. / ALBERT BERTRAN

Se fue Pau Donés, el hombre que supo caminar, sonreír, cantar y bailar junto a la enfermedad. La aceptó por compañía, pero no quiso regalarle ni una mirada. No más de cinco minutos al día, decía. Su optimismo contagioso le hizo aún más grande y se convirtió en símbolo. Con todo el brillo que tienen los símbolos. Con las zonas en sombra que, inevitablemente, provoca su ausencia. Una oscuridad que son muchas oscuridades. Depende de quién esté envuelta en ellas. Porque su falta duele a todos los que le quisieron y amaron, provoca pena y reconocimiento a quienes le admiraron por sus canciones y por su generosa alegría, pero es un manto espeso para aquellos que, sin conocerle, compartían pronósticos, estadios, cicatrices en el cuerpo, puntos de radioterapia o sesiones de quimioterapia.