Ahora se trata de promocionar el turismo interior, el familiar, el doméstico, el de proximidad, como queramos llamarle. No es ninguna novedad. Por circunstancias que no vienen al caso, repasaba diarios de 1980 y tropecé con una campaña de la Secretaría de Estado de Turismo que se titulaba 'Quédese en España'. A caballo entre dos continentes, que ya es exagerar un poco, se podían encontrar 1.800 playas, que también era algo excesivo: arenas doradas, rías verdes, caletas escondidas. Eso decía el anuncio, que terminaba así: "Quedarse es un acierto. Siempre le costará menos. Veranee en pesetas. Este verano, España, sin ir más lejos". Podrían reciclarlo, con muy pocas variaciones, quizás solo la de la moneda.
Dos miradas
No será suficiente
Un dirigente de la patronal decía que, para evitar el colapso, era imprescindible un turismo masivo al tiempo que advertía del peligro de las aglomeraciones. Es una ecuación difícil de resolver, casi un oxímoron
Dos turistas con mascarilla frente el templo de la Sagrada Família, a mediados de marzo, antes del confinamiento. /
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