Nuestras viviendas, junto con los edificios, calles y plazas que configuran nuestro entorno construido, constituyen de forma silenciosa y estable la base de nuestro bienestar. Imaginémonos por un instante sin ellos: en un descampado, sin nada que nos proteja, o en la oscuridad de una cueva. Sin techo, sin paredes, sin ventanas. Sin escuelas, ni hospitales. Sin calles, ni plazas. El contraste nos permite ver hasta qué punto la arquitectura define nuestra calidad de vida, estructura nuestra sociedad y describirá las costumbres y prioridades de nuestro tiempo a las generaciones futuras. Las ciudades y edificios en los que vivimos ahora responden a los requerimientos y deseos de las generaciones que los construyeron y ya no atienden adecuadamente a los nuestros.
Salir de la crisis
Renovación urbana: un motor económico hacia la Agenda 2030
La rehabilitación para adaptar las ciudades a la transición ecológica y tecnológica y disponer de vivienda de alquiler asequible ha de ser una de los instrumentos para la salida de la crisis
Varios obreros empujan material de construcción necesario para rehabilitar un edificio, en Madrid, el lunes pasado. /
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