Solteros sin hijos

Lloret de Mar, el nuevo nirvana

Una playa sin niños me parece uno de los mayores regalos que me podía hacer este covid-19

La playa de Fenals, en Lloret de Mar, el pasado día 30 de abril. / ACN

Dicen las estadísticas que las personas que vivimos solas somos las que llevamos mejor esto del confinamiento. Doy fe de que así es. Los solteros estamos más que acostumbrados a la soledad. Pasamos nuestro confinamiento particular hace muchos años y aprendimos a abrazar y querer estar solos disfrutando de nuestro hogar y compañía propia. Nos conocemos más y necesitamos menos cosas. Eso lo vi claro cuando nos empezaron a dejar salir. Las franjas horarias están pensadas solo para las familias. Si tienes hijos puedes salir un montón de horas. Si vives con gente puedes salir acompañado. Pero, si vives solo, salir a dar vueltas por el barrio como un zombi no tiene demasiado sentido. Echamos de menos a nuestros amigos y familia. Claro. Pero si no puedo salir a pasear con ellos, prefiero pasar la tarde sentada en el sofá, con un gintónic y hablando con ellos a través del móvil. ¿Pero tantos amigos tienes? Me decía el otro día una amiga casada. Una de esas examigas que, el día que empezó a procrear, perdiste de vista. Pues sí. Los que vivimos solos acostumbramos a tener muchos amigos. Nos curramos las relaciones como si fueran oro y nos cuidamos mentalmente los unos a los otros. Los amigos con familia están demasiado ocupados para prestarnos atención y no coincidimos con los espacios de ocio. A nosotros nos gustan los hoteles sin niños y comer a las cuatro de la tarde.