Imaginemos que sucedió así. Alguien de la Generalitat llamó a Fernando Simón y le dijo: oye, suma 635 muertos más, por favor. ¿635? ¿A qué días corresponden?, preguntó él. A los últimos, le dijeron, sin precisar mucho más. ¿Y de qué provincia son? preguntó Simón, mirando el 'excel' donde anota el rastro trágico del covid-19 en España. ¿Querrás decir de qué región sanitaria? Eso. Pues no lo sabemos exactamente, pero la mayoría son de Barcelona, le contestaron. Si no fuera porque 635 muertos (más) son para llorar, nos podríamos reír un rato. No tenemos más detalles. Solo que, segun el recuento más conservador, donde el día anterior ponía 6.021 muertos, hoy (sábado 23) pone 6.656. Un 10% más. Ha ocurrido con otras comunidades, aunque a menor escala, pero importa poco. Hoy no queremos hablar de si Catalunya hace las cosas peor o mejor que los demás. Queremos poner el acento en la banalización de la muerte que padecemos, tras 69 días de estado de alarma.
La banalización de los decesos
635 muertos (más)
El personal está más pendiente de cuándo se podrá tomar una cerveza con unos amigos que de la macabra letanía diaria sobre víctimas que ha perdido su sentido original
Ataúdes dispuestos en el aparcamiento del tanatorio de Collserola, en Barcelona, en plena pnademia de coronavirus, el pasado 2 de abril. /
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