El Partido Comunista Chino ha transformado su sesión anual del Parlamento en una exhibición propagandística de su victoria sobre el coronavirus. Superado el momento de Chernóbil que durante diez días de enero atenazó a su dirigencia, que dudó si debía hacer público el brote detectado en Wuhan, el presidente Xi Jinping ha impuesto un modelo de gestión basado en el control total y en un estricto confinamiento, copiado después por numerosos países. Tres mil delegados divididos en dos categorías —los que mandan sin mascarilla; los que obedecen, con ella—se han dado cita una reunión que pretende ser catártica y motivadora.
Nómadas y viajantes
El gigante se despertó
China ha tejido una red político-comercial en Asia, África y América Latina y se ha convertido en la gran fábrica de la globalización
Banderas de EEUU y China. /
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