El otro día pensaba que este confinamiento que ahora deshacemos poco a poco debería haberse prolongado. Dos o tres meses. No, no crean que me gusta estar encerrado en casa, y soy el primero que quiere volver a una vida cotidiana exterior, sin mascarillas ni riesgos añadidos. Pero a nivel colectivo un confinamiento más largo habría tenido más fuerza como advertencia y amenaza. Habría situado a los gobiernos, bancos y grandes empresas más cerca del precipicio, con el vacío bajo sus pies, y puede que les hubiera obligado a pensar más lúcidamente, con más conciencia social, cuál es el mundo que nos conviene a partir de ahora. En cambio, la mayoría de gobiernos se afanan en recuperar las condiciones de antes, como si esto solo fuera un susto, para que la economía abandone los números rojos. Mientras disimulan, llaman a este retorno 'la nueva normalidad', cuando de hecho deberían decir 'la nueva realidad'. La normalidad es un término subjetivo, que describe unas condiciones más o menos favorables para la mayoría, pero que precisamente son las que han provocado esta crisis.
Ideas
Un confinamiento más largo
A nivel colectivo un confinamiento más largo habría tenido más fuerza como advertencia y amenaza. Habría situado a los gobiernos, bancos y grandes empresas más cerca del precipicio
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