El azote económico

Pobreza sintomática

Existe un problema de diseño de las ayudas: muchos de los que las necesitan quedarán fuera de ellas

Colas para recoger comida en el comedor de las Misioneras de la Caridad. / FERRAN NADEU

Como ha ocurrido con el covid-19, las señales de advertencia estaban ya ahí. La pobreza no ha comenzado su curva ascendente con el confinamiento, pero este sí que la ha visibilizado y hecho más cruda que nunca. Pese a los anuncios 'obamísticos' de Pedro Sánchez, diciendo que nadie se iba a quedar atrás, lo cierto es que las colas en los bancos de alimentos y comedores sociales de estos días demuestran que de momento eso no es cierto. Los ertes y las ayudas a los autónomos se anunciaron con rapidez, pero han dejado fuera a importantes sectores de la población. Era un secreto a voces que la economía española estaba sustentada en empleos precarios, una excesiva dependencia del sector servicios (y en particular el turismo y la construcción) y sueldos míseros. Y, por qué no decirlo, en muchas, muchas triquiñuelas contables con las que la banca, los grandes grupos empresariales e incluso algunos sectores con participación pública nunca perdían, pese a generar grandes beneficios que no recaen apenas en la sociedad.