El confinamiento unas veces adormece, pero otras estira el genio con un pellizco lisérgico. Entonces, un gobernante cree ver 1.714 mascarillas multiplicadas por mil y se extravía. La pulsión cabalística del 'conseller' de Interior, Miquel Buch, retrata con crudeza la psique de quien tiene bajo su mando a 17.000 policías armados.
Buch es el mismo gobernante que predica que Catalunya no necesita el auxilio del Ejército, ya sea en la desinfección de geriátricos o en la extinción de incendios. El mismo que utiliza sus intervenciones institucionales para convertir en un estigma infamante la lengua materna de muchísimos catalanes. El-Gobierno-del-Estado-español…, repite Buch pasando del catalán al castellano. Debe de considerar que este idioma sirve para ensuciar el objeto designado. El virus estremece al mundo entero, pero el 'procesisme' sigue a lo suyo.
JxCat ha visto en la crisis del coronavirus una oportunidad dorada para arrebatar el protagonismo a sus socios y rivales de ERC. Torra, Buch y Budó se multiplican con ese objetivo aun a riesgo de convertir en ocasiones los atriles institucionales en platós de Polònia y de avergonzar o escandalizar a muchos independentistas.
Trío atacante
Los republicanos desdeñan esta ofensiva de JxCat por la categoría política del trío atacante, que juzgan menor. Puigdemont mantiene un perfil bajísimo y Mas, que coqueteaba con su resurrección, está desaparecido, no vaya a ser que alguien se acuerde del as de los recortes. ERC considera que en cuanto pase el pico de la crisis sanitaria, el único debate que exigirán y aceptarán los ciudadanos será el de la reconstrucción económica, y ahí se consideran mucho mejor posicionados que JxCat.
Buch debe de saber que la numerología guarda cierto parentesco con la cartomancia. ¿Echará las cartas del tarot en sus comparecencias oficiales a partir de ahora?