'Contagio a la española'

Ni me lo pidas, ni me lo mandes

En este país mayoritariamente no queremos que nos manden las cosas (las autoridades han hecho frecuentemente mal uso de esa facultad) pero encima tendemos a desatender lo que simplemente se nos pide

Soldados del Ejército español, desplegados en el aeropuerto de Palma de Mallorca en el marco de las medidas contra la propagación del coronavirus. / AP / FRANCISCO UBILLA

Pedro Sánchez no es un gran orador, carece de tono persuasivo y parece mejor lo que piensa que cómo lo expresa leyendo. Pero en sus intervenciones televisadas anuncia con pedagogía las medidas razonables y necesarias a medida que sus asesores científicos y logísticos le convencen. Con todo, pese a hablar mucho no ha explicado algo fundamental: el ilógico desabastecimiento de material para los tests y de mascarillas. Esas dos cosas no son una responsabilidad estrictamente suya; la sanidad -y sus necesidades preventivas- era una competencia prácticamente exclusiva de las autonomías hasta el estado de alarma. 

Desde que empezó la epidemia en China ha habido tiempo para fabricar o conseguirlas como los demás países. El presidente que yo desearía tener habría ganado en credibilidad si además hubiese pedido perdón por la imprudencia de consentir la concentración feminista. Si Quim Torra, por cierto, también hubiese aplazado la concentración de Perpinyà habría menos independentistas contaminados y él tal vez se encontraría mejor.

El 'contagio a la española' excede de Sánchez. En este país mayoritariamente no queremos que nos manden las cosas (las autoridades han hecho frecuentemente mal uso de esa facultad) pero encima tendemos a desatender lo que simplemente se nos pide. Es lo que ha sucedido en esta emergencia con lo que se nos dijo hace 10 o 12 días. Ante las peticiones razonadas nos encanta discutir, disentir y perder el tiempo aunque sean urgentes.

Solo hemos pasado masivamente a la inmovilización cuando han llegado órdenes tajantes vinculadas a castigos. Piensen en la afluencia casi estival en la Cerdanya, el Pirineo y la costa durante el último fin de semana. Luego llegó el puñetazo en la mesa, el susto, la orden, y  empezó el aislamiento masivo y la toma de distancias entre las personas. Antes de muchos contagios no supimos entender que lo urgente era actuar rápido y aplazar para después de la emergencia el análisis de lo sucedido y, en su caso, la demanda de responsabilidades. Es una pena.