Byung-Chul Han, un reconocido filósofo surcoreano, plantea la teoría que la evolución de la humanidad es una conquista de espacios amables que permiten la reflexión y el pensamiento abstracto. Liberados de la tensión constante por la supervivencia, los seres humanos pueden dedicar los esfuerzos a actividades que van más allá de la estricta superación de los peligros inmediatos. También afirma que la 'disincronía' -el vivir sin un significado, a remolque de los momentos repetidos y monótonos- implica una fragmentación del tiempo que nos lleva a lo que llama "el enjambre digital", un exceso de comunicación donde el silencio se desvanece. Volvemos a estar en tensión continua, pues, al estado del salvaje que contempla el presente como el único espacio posible. Reclama un retorno a la "vida contemplativa", para recuperar el silencio reflexivo. La teleología contra el instante.
Ahora vivimos otra tensión, más explícita: el temor colectivo, el peligro inmediato que no se puede posponer y que nos impide la zona de confort civilizador. Y, al mismo tiempo, tal vez esta será una paradójica lección del coronavirus. Quizás al final habremos revisitado las cosas esenciales.