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¿Keynes seduce a Merkel?

Evitar que el coronavirus provoque una segunda recesión como la del 2008 exigirá un aumento global del gasto público

El economista John Maynard Keynes. 

John Maynard Keynes, el economista que más defendió el recurso al gasto público y al déficit para combatir el paro, murió en 1946. Angela Merkel es cancillera de Alemania desde el 2005 y encarna la ortodoxia fiscal. Sin embargo, Merkel ha empezado a flirtear con Keynes. Ayer dijo que sería flexible al aplicar las normas fiscales europeas: “No nos vamos a preguntar continuamente el efecto de una medida sobre el déficit, estamos en una situación extrema y haremos todo lo que sea necesario”. Y citó a Italia: no le vamos a impedir invertir en el sistema de salud por la normativa fiscal europea.

Y es que todo ha cambiado en tres semanas. Los mercados bursátiles han caído más de un 20% y siguen a la baja pese al descenso de los tipos de interés de la Reserva Federal y del Banco de Inglaterra. Italia ha confinado a su población para evitar la extensión de lo que la OMS ya definió ayer como una pandemia. Y el descenso de la actividad de las fábricas y la paralización de la vida ciudadana amenazan la vida de muchas empresas que perderán ingresos y subsecuentemente podrían tener que despedir. Los gobiernos no pueden dejar de reaccionar y consentir así una segunda recesión como la del 2008.

Limitar los movimientos de las personas puede ser necesario, pero no sería conveniente caer en la histeria prohibitiva

Actuar es imperativo y la OCDE ha prescrito un keynesianismo global (gasto público contra la recesión) ya que muchos países -entre ellos España- tendrían difícil hacerlo individualmente. Y la presidenta del BCE, Christine Lagarde, les dijo a los jefes de gobierno de la UE -en la videoconferencia del martes- que el BCE no lo podía todo y que era obligada la actuación de los estados y de la política fiscal. Quizás no se avanzó mucho el martes, pero se entreabrió la puerta. Luego Pedro Sánchez afirmó: “Haremos lo que haga falta, donde haga falta y cuando haga falta”, casi lo mismo que Merkel ayer. Y ambos quisieron emular al Mario Draghi del 2012 que lo hizo con política monetaria y salvó al euro.

Es el momento de la política fiscal: mas inversión en la lucha contra la pandemia y en la sanidad pública, ayuda financiera a las empresas en las que se desplomen los ingresos (por ejemplo, hoteles si la gente no se mueve), y que no pierdan su puesto de trabajo los directamente afectados ni sus ingresos los padres que no puedan acudir al trabajo porque las escuelas de sus hijos están cerradas. Toda Europa debe remar en la misma dirección porque es la única forma de evitar una segunda recesión como la del 2008 que tendría catastróficas consecuencias sociales y políticas.

No hay que ser pesimistas. Europa puede reaccionar como ya hizo Draghi en el 2012 (y Merkel permitió en silencio) bajando los tipos de interés y comprando bonos de los estados pese a la oposición del Bundesbank. Ahora notorios economistas alemanes -no solo 'progres' sino del 'establishment'- le han pedido a Merkel que decrete vacaciones para la ortodoxia fiscal y el superávit presupuestario.

Una política fiscal expansiva europea exigirá cautela (pocos inventos) a los países del sur. Y cuanto más dure la pandemia, más costes. Por ello la restricción al movimiento de las personas -como en Italia, o en menor grado en Madrid- pueden ser inevitables. Pero se impone la sensatez y distinguir entre lo necesario y la histeria prohibitiva. El efecto inmediato de la histeria sería agravar la crisis. Hay que recurrir, sí, a Keynes. Y a la disciplina ciudadana. Pero también -y no menos- al sentido común. Si la gente se queda en casa, sin ser preciso y sin haber sido solventemente indicado por las autoridades, solo empeoraremos la situación.