Maltrato silenciado

Violencia intragénero, la diminuta matrioska

Sin darnos cuenta, hemos excluido la violencia que se da entre parejas del mismo sexo. No existen para las estadísticas pero están y sufren, mucho

Manifestación del Orgullo LGTB frente al Ayuntamiento de Madrid. / Europa Press

No sabemos combatir aquello que no conocemos, aunque no dudemos de su existencia. Necesitamos materializar el problema, ponerle mirada y voz para saber que hay personas que sufren y por las que no estamos haciendo demasiado. A finales de los años 90, el testimonio televisivo de Ana Orantes y su asesinato posterior nos hizo despertar y empezar a mirar de frente a la violencia machista.

Pero gracias a aquella visibilización inicial y a todas las que siguieron, ahora las mujeres -víctimas o no de maltrato- nos hemos hecho cómplices y nos sabemos más fuertes y acompañadas.

Sin embargo algo estamos haciendo mal, hemos creado nuestro propio encuadre de la violencia de género, nuestro marco interpretativo que para nada se corresponde con la realidad. La violencia en una pareja incluye tantas combinaciones como parejas posibles, no es exclusiva de una pareja compuesta por un hombre y una mujer y -sin darnos cuenta - hemos excluido la violencia que se da entre parejas del mismo sexo, sean dos hombres o dos mujeres.

La violencia intragénero es como la última muñeca de las tradicionales matrioskas rusas, la más diminuta, la que vive encerrada en otras muñecas con las que comparte todo menos el tamaño. Las personas  homosexuales que sufren violencia a manos de su pareja tiene además un factor paralizante añadido que se utiliza como amenaza : el 'outing', hacer pública la relación. Puede parecer que estamos en un país muy avanzado en cuanto a derechos LGTBQ+  pero lo cierto es que hay mujeres y hombres que viven su relación homosexual en secreto, por miedo a perder el trabajo, la familia o incluso los hijos de una relación anterior. A veces olvidamos que hay muchas Españas y que ser homosexual sigue siendo muy difícil en alguna de ellas.

La violencia intragénero es una suma de estigmas y una acumulación de silencios: el de las víctimas, el de los organismos estatales y autonómicos con nula preparación para abordar el problema y el nuestro. No existen para las estadísticas pero están y sufren, mucho.