Promesas de año nuevo

Tan iguales

Paseo Rambla arriba, y más que pasear, me dirijo hacia alguna parte, y observo, os observo a todos, que os parece que hemos cambiado tantas cosas porque una línea del tiempo imaginaria nos dice que hemos cambiado de año

Celebración del Año Nuevo en Seúl, Corea del Sur.  / AP / AHN YOUNG-JOON

Se parecen mucho a los de hace solo unos días. Llevan el mismo abrigo, los mismos zapatos o quizá unos nuevos, regalo de Reyes. Se han puesto un buen perfume para pasear un lunes por la mañana, porque es festivo. Y caminan por las mismas calles, con los mismos horarios, se despiden desde las mismas esquinas, y llevan en el bolso las mismas llaves de las mismas casas. Quizá hay en ellas algún detalle que no había, algo que cuelga de las paredes y que hace apenas unos días no lo hacía. Algunos se habrán hecho un pendiente, o un tatuaje, los veo mirando los escaparates. Pondrán la boca en círculo y soplarán porque hace frío, mira qué humo, y sonreirán o no, se autoengañarán o no, tendrán sueños o no, se habrán dado por vencidos o no, pero serán tan parecidos a los del año pasado, aunque no lo parezca.

Paseo Rambla arriba, y más que pasear, me dirijo hacia alguna parte, y observo, os observo a todos, que os parece que hemos cambiado tantas cosas porque una línea del tiempo imaginaria nos dice que hemos cambiado de año, y cuánta esperanza, de pronto, seremos más buenos, comeremos mejor, estaremos más atentos y no nos vencerá tan a menudo la pereza. Acaban el año haciendo un recuento, y ponen en la balanza lo que consideran que merece mención, también yo lo hice, y se olvidan de que hace un año, justo un año, cuando volvían al trabajo después de unos días de descanso —o no—, eran los mismos, ¡tanta esperanza!, y se les fueron quedando por el camino tantas promesas de gimnasios, dietas, aprender, leer más, viajar. Cuánta energía, ¿verdad?, y de pronto, Rambla arriba, una punzadita de desesperanza.

Dentro de unos años añoraré los 31, caminar por la ciudad y cansarme lo justo, vestirme y desvestirme sin dificultad. Lo pienso porque en el vestuario, después de natación, una señora dice eso, que solo ir y venir, vestirse y desvestirse, ya le parece mucho. Parecemos artistas, dice, y se ríe. Vestirse y desvestirse sin dificultad, sin ser ninguna artista. Qué maravilla, cuánta juventud, y cómo escuece la punzadita, también.

Temas

Fin de año