Ahora no recuerdo si lo leí o lo escribí. La memoria tiene estas carencias. Era la historia de un hombre que, en venganza por una fechoría o debido a un desengaño amoroso, escribía los horóscopos del diario de tal manera que la persona afectada los recibía como si fueran señales inequívocas del cielo o del destino. Los personalizaba de tal manera que aquella sección se convertía en una guía de comportamiento ineludible. Quien los redactaba lo hacía con la esperanza de que fueran órdenes o advertencias para la víctima. Era una forma de decir que los horóscopos son, todos, inventados, y que, con una elevada dosis de credulidad, siempre podemos pensar que están escritos para nosotros.
Ahora compruebo con sorpresa que lo que escribí o leí no era una broma literaria. Ahora es una campaña del Gobierno australiano para evitar que lleguen al país inmigrantes ilegales. Personalizan los avisos y dicen, por ejemplo, que los acuarios "lo perderán todo", si van a Australia. La noticia habla de "falsos horóscopos", lo cual me parece una redundancia. La crueldad de la política migratoria australiana - alabada por Trump - llega al nivel de crear falsedad sobre la falsedad.