IDEAS

'Bye bye' Inglaterra

Boris Johnson, con su perro Dilyn tras votar en las elecciones generales del Reino Unido, en 2019. / Reuters / Dylan Martínez

Pues parece que ahora sí que sí. Que con la victoria de los conservadores,la vieja Inglaterra va a librarse, por fin, de esa pesada carga que le supone la vieja Europa (entre viejas anda el juego) y que a finales de enero el Reino Unido nos va a decir “bye bye” de una vez por todas.

La primera tentación es exclamar: “¡Pues qué bien. Con su pan se lo coman. Allá ellos y que les aproveche!”. Pero no, me digo. No debo sucumbir a ese impulso. Aunque tampoco voy a echarme a llorar, ni hacer un drama por eso. Una cosa tengo clara: no pienso pedir que me devuelvan el rosario de mi madre, pero tampoco voy a dejar que se queden con todo lo demás. Si ellos, con sus razones, me dicen “¡ahí te quedas!”, yo, a mi vez, con mis razones, les replico “aquí te quedas”. 

Han leído bien, sí. Escribo “aquí te quedas” y no es un error. Porque por mucho que con la despedida se lleven todas esas cosas del politiqueo, la defensa, los dineros, la libre circulación y la Biblia en verso, aquí, conmigo, se quedan Charles Dickens y Oscar Wilde. También Harold Pinter y Noël Coward. Y William Shakespeare, por supuesto. A estos no me los arrancáis ni con agua hirviendo, que lo sepáis. En el reparto del divorcio os cedo a Harry Potter, pero estoy dispuesto a matar por Guillermo Brown. Y nada de devolveros mi colección de P.G. Woodehouse; no pienso quedarme compuesto y sin Jeeves porque a vosotros os apetezca volver de nuevo al pub y sentaros a beber en solitario.

Esta misma semana he pasado una tarde de cine con Ian McKellen y Helen Mirren (ambos en 'La gran mentira') y otra, igual de sublime, con Anthony Hopkins y Jonathan Pryce (los dos son 'Los dos Papas'). Y ahora mismo, en cuanto escriba la última línea, salgo corriendo a encontrarme con Agatha Christie en el Teatro del Raval, su residencia en Barcelona. Los cinco –Ian, Helen, Anthony, Jonathan y mi tia Agatha- son tan míos como vuestros. Y como ellos, cientos de sus colegas. No vais adesengancharme ni con espátula.

¡Ah! Y los Beatles para mi para siempre. “Santa Rita, Rita….”

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