Desafección política

Vox, la muerte y la primavera

Si el acuerdo Sánchez-Iglesias no pone a la gente en el centro del debate, el país será fulminado en breve

Manifestación contra la reforma laboral y los recortes, en Madrid. / JUAN MANUEL PRATS

La ciudadanía cada vez siente más desconfianza hacia los políticos. Lo decían el CIS, en los últimos datos publicados, donde un 72,5% expresaba sentimientos negativos, pero también los resultados de las últimas elecciones españolas. Los ciudadanos somos nietos de la desafección política -de la que ya alertaba José Montilla hace 12 años-; hijos de la desconexión de España de muchos catalanes y de muchos españoles respecto a Catalunya -de la que ya advertía Iñaki Gabilondo hace cuatro años-; y presentes de una profunda crisis social que hace más de 10 años que dura y expulsa a gente del sistema. La extrema derecha, claros ganadores de las últimas elecciones, se hace fuerte precisamente por esta profunda debilidad política. Por eso, el pacto entre Sánchez y Iglesias era necesario, para apretar 'pausa' en la película, pero en ningún caso para resolver de otra forma el final fatal.

Si lo comparamos con Alemania, Francia o Italia, la fragmentación parlamentaria y los pactos amplios, los reequilibrios de poder, no han solucionado la irritación de la gente, la han empeorado. Han continuado los proyectos vacíos de alma y esto ha hecho crecer aún más la extrema derecha y las múltiples protestas. Si el pacto, pues, no revisa el corazón y el cerebro del sistema, que ahora sangra por todos lados, si no es un pacto con la calle, que pone a la gente en el centro del debate, el país será fulminado en breve.

Hace poco fui a ver 'La mort i la primavera', de Mercè Rodoreda, dirigida por Joan Ollé. Es una obra oscura, una pesadilla cruel, que asusta. Explica un mundo que está a vuelta de la esquina y que Ollé ha sabido brillantemente conectar con el presente político. La obra estuvo demasiados pocos días en el TNC, pero si vuelve, que seguro que lo hará, vayan a verla. Enseña la verdad más dura, la muerte de la primavera y la primavera de la muerte. Imprescindible el mensaje: no podemos olvidar. Porque la memoria -la muerte y la primavera- es lo único que nos salvará ante tanta irresponsabilidad y poca capacidad. Mientras tanto, Vox se frota las manos.