Dos miradas

La trampa

Resulta que ambos bandos son igual de malos. A la misma altura. Esta es la trampa de Amenábar y su película sobre Unamuno y los inicios de la guerra civil

Alejandro Amenábar, con Karra Elejalde caracterizado como Miguel de Unamuno, durante el rodaje de ’Mientras dure la guerra’.

Un día, alguien debería estudiar a fondo la tendencia que tiene una cierta intelectualidad progresista española a edulcorar, matizar y justificar el franquismo. O, aún peor, a enaltecerlo, aunque sea a partir de maniobras más o menos sutiles a través de las cuales incluso pueden afirmar que hacen justamente lo contrario. Tienen que ser sutiles por obligación, porque la propaganda, si no fuera así, ya no sería efectiva.

El último caso, en mi opinión, es el de Amenábar y su película sobre Unamuno y los inicios de la guerra civil. Él afirma que "no es en absoluto equidistante o imparcial", sino que está más cerca del escritor que de Franco, aunque trata de hacer "un retrato serio y profundo del dictador". De hecho, esta es la cuestión. Franco es ambicioso y frío, de acuerdo, pero también generoso. Un estadista. Él y la familia: la mano que ofrece su mujer a Unamuno para salvarlo de la bestialidad fascista es un detalle clave de la historia. No parece que esté perpetrando una masacre, no parece el asesino que fue, ni que protagonice un golpe de estado contra la legalidad republicana. Resulta que ambos bandos son igual de malos. A la misma altura. Esta es la trampa.