En 1999, Olé se convirtió en la primera 'start-up' estrella en Barcelona al ser adquirida por Terra por unos 3.000 millones. Las start-ups de entonces eran portales y buscadores, y no existían aún aceleradoras o incubadoras, ni fondos profesionalizados. Tampoco había programas dedicados a ellas en escuelas de negocio, ni inversión pública para desarrollar el ecosistema emprendedor.
Nada que ver con la Barcelona actual, que ya está entre los 30 'hubs' tecnológicos más importantes del mundo y se ha convertido en la quinta ciudad europea en captación de inversión. 20 años después, es justo reconocer que 'First Tuesday', que nació en pleno 'boom' de las 'puntocom' para conectar a emprendedores e inversores, ha tenido un papel clave en la creación y el desarrollo del ecosistema de 'start-ups' en Barcelona.
Y es que antes de que este existiera, el punto de encuentro de la comunidad eran los eventos del primer martes de mes. En ellos se hablaba de tecnología y de cómo levantar rondas de inversión, pero también de talento, de pactos de socios, de métricas e incluso de conciliación, y los emprendedores contaban cómo habían convencido a sus 'fools, friends & families' para obtener el primer capital.
Los fundadores de Privalia, Kantox, Wallapop, Social Point, Ulabox, Glovo y Holaluz (por mencionar solo algunas) pasaron por First Tuesday, mientras los principales 'business angels' españoles hacían de 'scouters' buscando al emprendedor que los llevaría a su próximo éxito.
Que sigan haciéndolo tras 20 años es un indicador de la salud de un ecosistema que sigue necesitando de la experiencia, de nuevas ideas y del ojo clínico de los inversores.