Estreno en el Teatre Romea de ‘Viejo amigo Cicerón’. Compren entradas, señores y señoras políticas. Compren, vayan y escuchen ese texto imprescindible y valiente. Necesitamos voces que apelen a la integridad moral.
No son Cicerón, no lo son, pero Gabriel Rufián se pasea condenando la violencia desde el minuto uno y Carme Forcadell, desde la cárcel, no solo la reprueba con contundencia, sino que afirma que faltó empatía con los no independentistas, que es imprescindible parar y pensar en el bien de todos. Y aunque quedará para la historia las 155 monedas de plata de uno o el “president, posi les urnes” de ella, ese recuerdo ahora no sirve de nada. Frente a un Quim Torra que juega al 'reality show' con TV-3 emulando a una Kardashian cualquiera (qué manera de denigrar la Generalitat y la televisión pública), aparecen voces que apelan a la serenidad. Podían haber elegido el incendio, y no lo han hecho. A veces, la historia presta oportunidades a personas inesperadas. La única posibilidad de salir adelante es reconociendo y dialogando con las voces que pongan el bien común por delante de todo.