Pequeño observatorio

Verdad y mentiras del Pejeiro

El mundo está lleno de palabras inventadas y de muchas que adoptan un significado distinto al suyo

El cielo en la playa Grande de Mino, Galicia. / Cabalar

El lector probablemente sabrá que en otros tiempos decidí hacer una serie de viajes a pie por varios territorios de la península. Naturalmente, de eso hace  una buena temporada. 

Una de las caminatas la emprendí por tierras de Galicia. Siempre me han gustado los contrastes: poco antes había caminado, si no me equivoco, por Andalucía. En uno de mis viajes -digamos, más modestamente, caminatas- me acompañó la que sería para siempre mi editora y amiga: Isabel Martí. Afortunadamente, conservo la crónica de la caminata, y todo fue muy bien por aquellas tierras gallegas. 

Pero uno de los pueblos que visité me tenía preparada una sorpresa: la aparición del Pejeiro. Sentí una extrañeza que no me explico. ¿Qué era? ¿Un pájaro? Hablando con un hombre del pueblo, no me quedó claro si me dijo que el alcalde era un 'pejeiro' o un "péjero". No se fíen de las palabras. ¿Tal vez quería decir, críticamente, un 'pájaro'? Yo no estaba seguro, porque un 'pájaro' es una expresión que se aplica a personas diversas. Un 'pájaro' puede ser un hombre rico o astuto o bien alguien políticamente molesto.

El mundo está lleno de palabras inventadas y de muchas que adoptan un significado distinto al suyo. Ya lo decían los sabios: "No os fiéis de las palabras. Buscad la verdad".

Y aún hoy me sigo preguntando: ¿De dónde viene ese 'péjero'? ¿O era 'pejeiro'? Naturalmente, ya no lo sabré nunca. ¿Péjero? ¿Un entusiasta de los 'pejo'? Y ¿qué es un 'pejo'? ¿O era un 'peixeiro', un pescatero? 

Cuántos años han pasado y de vez en cuando todavía me viene a la cabeza el misterio. El hombre que tenía 'pejos', o 'pellos', o 'peixes'. Hablando con gente del pueblo, cuando pregunté cómo se llamaba de verdad se quedaron sorprendidos. Qué pregunta más extraña. 

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