ANÁLISIS

Emergencia y hambre en Argentina: ¿se avecina un nuevo estallido social?

Manifestación en Buenos Aires para reclamar la prórroga de la ley de emergencia alimentaria, este miércoles. / JUAN IGNACIO RONCORONI (EFE)

En el pasado hablar de Argentina era hablar del granero de América Latina, de asados y de platos llenos de comida. Eran platos servidos por descendientes de migrantes (generalmente italianos y gallegos) que, después de recordar el hambre que pasaron sus ancestros, comían en demasía. Este imaginario, sin embargo, hace tiempo que se ha evaporado para dar paso a otro: el de las crisis recurrentes.

Unas crisis que, a diferencia de las de aquí, conllevan un tipo de protesta mucho más transgresora y disruptiva que las del 15-M o de los 'chalecos amarillos'. Las protestas en Argentina son rudas: los piqueteros paralizan el país cerrando carreteras y levantando barricadas, los pobladores apedrean y queman casas de políticos y sedes partidarias, los desempleados ocupan y socializan fábricas y, de vez en cuando, muchos ciudadanos se enfrentan a la Guardia Presidencial a las puertas de la Casa Rosada.

El último episodio de este tipo de crisis fue en diciembre del 2001, cuando la convertibilidad del peso-dólar se vino abajo y con ello colapsó la economía, y luego la política y la sociedad. En una semana un presidente huyó del palacio en helicóptero y posteriormente se sucedieron dos presidentes más. La gente salió a la calle diciendo "que se vayan todos" (los políticos). Después de un período de zozobra e inestabilidad llegó Néstor Kirchner en el 2003 y empezó a negociar con la galaxia de organizaciones piqueteras y asociaciones de desempleados, a los que les transfirió una notable cantidad de recursos en concepto de políticas sociales con el fin de atenuar su activismo y de contener las situaciones de miseria que había dejado la crisis. Con la muerte de Néstor y la llegada de Cristina se mantuvieron este tipo de políticas a pesar de las quejas y denuncias de la oposición, que las consideraba clientelares y rentistas. Al alcanzar Macri el poder eliminó estas políticas sin diseñar ningún tipo de medida sustitutiva.

Combinación explosiva

Macri y su Gobierno esperaban que la economía del país se dinamizara y creciera, pero no fue así. Justo lo contrario: sin las políticas asistenciales la pobreza empezó a crecer. Sin embargo, el momento crítico llegó hace un par de meses debido a la combinación de una espiral inflacionaria, una fuerte devaluación del peso, el colapso de los servicios públicos y la polarización política fruto de las últimas elecciones primarias y los próximos comicios del 27 de octubre. Todo ello ha supuesto que la indigencia se disparara y que los piqueteros salieran nuevamente a la calle, ahora con la demanda de que  Congreso Nacional aprobara la ley de crisis alimentaria que permitía al Ejecutivo reasignar fondos del presupuesto hacia las áreas sociales, en particular a los comedores públicos y sociales.

Aún no podemos saber si gracias a esta nueva ley se podrá amortiguar el malestar larvado por los recortes del actual Gobierno y con ello apaciguar a los piqueteros -y otras organizaciones combativas- o si, por el contrario, es el inicio de otro estallido social.