Al contrataque

Si vamos a elecciones, no voto

El panorama político de este país está al nivel del guardabarros y esto no se aguanta

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. / RICARDO RUBIO / EUROPA PRESS

Si fuera una serie de Netflix, no pasaría nada porque nada sucede. Están los que no se mojan, los que mandan, pero no mandan, los que quieren mandar y no lo consiguen, los que quieren hacer lo de Hong Kong a la catalana, pero “sense violencia”. Están los que juegan a ajedrez y dicen que quieren elecciones, pero en realidad no las quieren. Están los que quieren ministerios. Están los que gobiernan con la ultraderecha, pero simulan que no. Están los de Ciudadanos, a los que ya les huele mal Ayuso en quince días. Está la imputación de Aguirre y Cifuentes, los espasmos de Álvarez de Toledo y los que no se abstienen porque tiene el patriotismo en la zona genésica. El paro sube en el peor agosto desde 2010. En Catalunya están los que no gobiernan gracias a su cansino 'déficit de fierabrás'. Por cierto, que los que quieren la independencia acaban de pedir un nuevo sistema de financiación autonómica. Cosas.

¿Cuántos votantes de Ciudadanos desean una abstención para que haya gobierno? ¿Cuantos votantes del PSOE quieren que no vayamos a nuevas elecciones y que haya gobierno de coalición? ¿Cuántos votantes de Podemos no quieren un Gobierno de coalición? Debería existir un Tinder de votantes descontentos. Sería un éxito.

Luego están los aprendices de Freud que atribuyen a cuestiones personales lo que sucede y, sobre todo, lo que no sucede.  Se ve que Salieri-Rivera no puede ver a Mozart-Sánchez, se ve que Sánchez no puede ver a Iglesias y este no soporta al ministro Ábalos.  Se ve que Junqueras y Puigdemont no se soportan ni en la lejanía, y que ambos detestan a los de Madrid. No se caen bien oigan. Mala suerte. Ahora aquí los indepes preparan un tsunami social. Imaginamos a Matías Prats diciendo: “¿Es un tsunami o no es un tsunami?”

Los votantes del PSOE y los de Unidas Podemos se llevan bien. Muchos de ellos incluso han cruzado sus votos. Pueden hablar, cenar, pasear e incluso algunos de ellos están enamorados y son pareja o son padres e hijos. Si, familias en las que conviven Capuletos y Montescos. En cambio, Sánchez e Iglesias no se tragan.

Si no dejan de pensar en ellos para pensar en el país y vamos a nuevas elecciones, este humilde servidor no irá a votar. Sé que les importa un rábano... pero a mí no. Que se voten ellos. No me resulta fácil decirlo, pero lo repetiré: o llegan a un acuerdo o adiós muy buenas.